El don del amor y de la nueva vida
Josef Seifert
(traducido del inglés por Carlos Casanova y revisado por el autor)
Este año se alcanzan dos aniversarios relevantes de un par de encíclicas importantes para la historia de la Iglesia. Hace cuarenta años la Iglesia Católica, por medio de la encíclica Humanae Vitae de Paulo VI, reafirmó una de sus más controvertidas enseñanzas morales, contra la cual no sólo críticos extraños, sino incluso muchos teólogos de la Iglesia levantaron objeciones y ciertamente iniciaron una batalla mundial. Treinta años más tarde, la encíclica Fides et ratio insistió en que el alma humana puede alcanzar la verdad con dos alas diferentes, la fe y la razón. Precisamente a la luz de tal énfasis en el papel del conocimiento racional humano, sin embargo, se opone a las doctrina de Humanae Vitae una de las muchas razones por las que se la ataca tan duramente y tan raramente se la sigue, aun por los cristianos católico-romanos: es decir, por el hecho de que muchos individuos no entienden por qué tendría que existir una diferencia moral entre la regulación natural de los nacimientos, permitida por la Iglesia, y la anticoncepción, prohibida por Ella, de tal manera que ésta sería moral e intrínsecamente pecaminosa, mientras aquélla no sería esencialmente objetable desde el punto de vista moral, sino correcta moralmente y, en algunos casos concebibles, incluso obligatoria.
La incapacidad de entender es en este caso especialmente grave, porque la Iglesia entiende que esta doctrina es parte de la “ley natural” –que es accesible a la razón–, y no un puro contenido de Fe. Por ello la Iglesia invoca fundamentos racionales para esta enseñanza, que no están derivados de la Revelación.