Declaración de la Academia Juan Pablo II por la Vida Humana y la Familia sobre la posición del arzobispo Paglia a respecto de la Ley 194 que regula el aborto en Italia
El pasado viernes 26 de agosto, Monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida (APV), fue invitado al programa RAI 3 Agorà – Verano. En determinado momento (1), la presentadora Giorgia Rombolà le preguntó a Mons. Paglia su opinión sobre la ley 194/1978, que legalizó el aborto procurado en Italia. Monseñor Paglia respondió: “Creo que la ley 194 es ahora un pilar de nuestra vida social”. Adviértase que el presidente de la PAV, al expresarse de esta manera, no pretendió apenas señalar una opinión frecuente en la sociedad sobre la ley 194, que él no compartiría – como el Dr. Fabrizio Mastrofini, vocero de Monseñor Paglia, pretendió unos días después en una nota oficial. ¿No será que él quiso expresar su propio juicio personal, haciendo una valoración?
El hecho de que se trataba de un juicio de valoración queda demostrado por la respuesta que dio Monseñor Paglia cuando la entrevistadora le preguntó posteriormente si tenía la intención de cuestionar esta ley, a lo que respondió: “¡No, de ninguna manera, de ninguna manera!”.
Por lo tanto, Monseñor Paglia defendió explícitamente una ley que ha provocado más de 6 millones de abortos en Italia desde 1978. El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que, desde los albores de su historia, la Iglesia ha condenado el aborto y agrega: “Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral” (n° 2271).
Sería entonces contradictorio declararse en contra del aborto, pero a favor de una ley que legitime el aborto, como es el caso de la ley 194.
De hecho, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su Instrucción Donum Vitae, recuerda: “En algunos estados la ley ha autorizado la supresión directa de inocentes. Cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del estado de derecho. […]El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos” (Parte III). En la misma línea se encuentra San Juan Pablo II, quien en la Encíclica Evangelium vitae se expresó así: “Las leyes que, como el aborto y la eutanasia, legitiman la eliminación directa de seres humanos inocentes están en total e insuperable contradicción con el derecho inviolable a la vida inherente a todos los hombres. […] Las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se oponen radicalmente no sólo al bien del individuo, sino también al bien común y, por consiguiente, están privadas totalmente de auténtica validez jurídica. […] El aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar” (nos 72-73).
Luego, las declaraciones del obispo Paglia están en clara contradicción con la doctrina de la Iglesia.
Provoca, por lo tanto, un profundo escándalo entre los fieles y las personas de buena voluntad saber que quien preside el órgano que, en la Iglesia Católica, está llamado a defender a nivel internacional la vida humana en todas sus fases considere un pilar de la sociedad italiana una ley que atenta directamente contra la vida misma: es la vida y no la muerte la que debe ser uno de los pilares de la convivencia civil.
Esta declaración desconcertante del arzobispo Paglia, junto con otras similares menos recientes – en particular, su entrevista a Vatican News sobre el reciente libro de la PAV sobre La teología de la vida, descrito como “un intento, ciertamente mejorable, de aceptar la invitación contenida en la Veritatis Gaudium (párr. 3) para un cambio radical de paradigma en la reflexión teológica” (2) – las cuales sitúan a la PAV en clara discontinuidad no sólo con su pasado, sino con su propia naturaleza, con su propia identidad, con el proyecto de proteger a la persona humana desde la concepción hasta la muerte natural que era el fundamento de la misma Academia Pontificia cuando fue erigida en 2004 por San Juan Pablo II.
En conclusión. El daño causado a la enseñanza de la Iglesia sobre la inviolabilidad de la vida humana inocente y a la credibilidad de la PAV debe ser reconocido e inmediatamente reparado. El arzobispo Paglia debe ahora publicar personalmente una declaración clara e inequívoca, que represente un compromiso de la Academia Pontificia para la Vida a la defensa incondicional de la inviolabilidad de la vida humana inocente desde la concepción hasta su fin natural. Si no lo hace, debe ser destituido inmediatamente y reemplazado por un nuevo director de la Academia Pontificia que sea fiel a nuestro Señor Jesucristo y a las enseñanzas de su Iglesia.
(1) https://www.youtube.com/watch?v=psj8fnte-Dw
(2) http://www.vaticannews.cn/en/vatican-city/news/2022-06/archbishop-vincenzo-paglia-pope-francis-interviewtheological-et.html